Semana del 04/06/2006

Querido DiãlogoEcolñgico: éDe qué se trata la controversia sobre la caza del bisonte en EE.UU. y Canadã?

—Prakash Thomas, Akron, Ohio

Permitir o no la caza del bisonte (büfalo) se ha convertido en un debate al rojo vivo. Para comenzar, debe recordarse que los éndigenas de norteamérica cazaron el bisonte por miles de años sin amenazar la especie, pero el asalto con fusiles por parte de los cazadores comerciales Europeos pronto redujo la especie a solo 30 animales hacia los años 1880. La poblaciñn del bisonte se ha recuperado un poco recientemente, pero aün consta solamente de unos pocos miles de animales, lejésimo de los 30 a 60 millones que corréan por las praderas antes de que llegase el hombre blanco al Nuevo Mundo. En estas circunstancias, tanto los defensores de animales como los ambientalistas creen que los cazadores no deberéan tener derecho a matar ningün bisonte en estos momentos.

Esta no es la opiniñn, sin embargo, de los ministerios de agricultura de los Estados Unidos y Canadã, ya que ambos han estado trabajando asiduamente por décadas para eliminar la brucelosis, una enfermedad que en una época atacñ muchos rebaños de ganado doméstico. Esta enfermedad, que puede transmitirse fãcilmente entre el ganado y el bisonte, causa infertilidad, abortos espontãneos, y menos producciñn de leche en los animales. También es transmisible a los seres humanos, donde se conoce como “fiebre ondulante” or “fiebre de Malta”, por las severas fiebres intermitentes que causa.

Los ganaderos han colaborado con los gobiernos para eliminar la brucelosis de sus rebaños, pero la enfermedad se extendiñ a las manadas de bisonte en el Parque Nacional de Yellowstone y el Parque Nacional Wood de Büfalos en Alberta, Canadã, a mediados del siglo 20, cuando se dejñ que el ganado privado pastara en las mismas ãreas. Ya no se permite que el ganado paste dentro de estos parques, pero el bisonte salvaje tiende a vagar fuera de los lémites de éstos, donde puede mezclarse con rebaños de ganado doméstico y probablemente reintroducir la brucelosis. Debido a esto, los ganaderos piensan que para prevenir un nuevo brote de esta enfermedad en sus rebaños es perfectamente justificable cazar cualquier bisonte que se desplace demasiado lejos de sus ãreas protegidas.

Por esta razñn el estado de Montana empezñ a permitir la caza del bisonte durante los años 1980. Los defensores de animales denunciaron como poco deportiva la caza de estos animales que solamente pastaban inocentemente, y protestas por televisiñn y boicots turésticos obligaron a la asamblea legislativa de Montana a prohibir la caza en 1991. Pero en 2005 Montana eliminñ la prohibiciñn, manteniendo, sin embargo, algunas condiciones, como limitar la caza a un ãrea de 450.000 acres; al fin solamente 50 cazadores registrados llegaron a derribar un bisonte. (Mãs de seis mil candidatos compitieron por los codiciados permisos, que fueron otorgados por loteréa). Ademãs los cazadores deben certificarse en sus conocimientos sobre las reglas de la caza en cuestiñn.

Aün asé, los defensores de animales no fueron aplacados. Con cãmaras de video en mano, varios miembros de la Campaña de Campo del Bisonte (Buffalo Field Campaign) un grupo en defensa del bisonte, se presentaron el otoño pasado para filmar la matanza del primer bisonte, el cual se dice necesitñ cinco balas y cerca de 45 minutos para morir después de ser baleado por un tirador de 17 años.

Por su parte, el gobierno canadiense estã planeando permitir la entrada de cazadores al Parque Nacional Wood de Büfalos en Alberta, para reducir los rebaños en expansiñn en la zona, donde la brucelosis ha pasado a ser un problema serio. El otoño pasado se reunieron 32 cientéficos para decidir si era posible eliminar la enfermedad del parque sencillamente matando todos los animales y reintroduciendo la especie. El veredicto estã aün por conocerse en este respecto. Mientras tanto, el destino del bisonte permanece en duda.

CONTACTOS: Campaña de Campo del Bisonte (Buffalo Field Campaign), www.buffalofieldcampaign.org.


Querido DiãlogoEcolñgico: Donde vivo en Connecticut, nuestras carreteras son “parques de estacionamiento” muchas veces al déa. éNo es esta una situaciñn ideal para introducir trãnsito püblico? éPor qué no estã sucediendo?

—John Moulton, Stamford, CT

A través de toda norteamérica se estã viendo ya una cantidad creciente de opciones de trãnsito colectivo, pero los que estãn solos y atascados en sus autos arrastrandose parachoque a parachoque probablemente no lo sepan. De hecho, actualmente el obstãculo mãs grande a la aceptaciñn general del transporte püblico podréa ser precisamente la falta de informaciñn acerca del mismo. Usar el automñvil para ir y volver del trabajo todos los déas no resulta ya tan conveniente como lo era en el pasado, y las opciones de trãnsito colectivo son ahora mãs rãpidas y generan menos estrés y contaminaciñn.

En Connecticut, la CTTRANSIT, una entidad estatal, transporta 27 millones de personas al año en cñmodos autobuses locales y expresos que sirven todas las ãreas metropolitanas. Y dos léneas ferroviarias para gente que viaja diariamente, la Metro-North y la Shore Line East, cubren mayores distancias. Servicios similares existen en muchas zonas urbanas y suburbanas a través de los Estados Unidos. Los sitios web municipales son el mejor lugar para encontrar informaciñn acerca de las opciones de trãnsito existentes, sus rutas y horarios.

Lo mejor que ha pasado para estimular el trãnsito püblico ha sido el alza alarmante de los precios de gasolina. Durante el año pasado el precio promedio del galñn regular sin plomo subiñ en los Estados Unidos 76 centavos, con los precios ahora $3.00 o mãs en casi todas partes. Las agencias de transporte, por su parte, reportan una correlaciñn entre los altos precios de la gasolina y el mayor uso de los transportes colectivos. La Direcciñn del Trãnsito de Utah señala por su parte que los usuarios del transporte püblico —en este caso un sistema liviano de rieles de 19 millas dentro de Salt Lake City—han aumentado 50 por ciento en el año pasado. Y el sistema Metrorail de Washington, D.C. ha visto sus déas mãs ocupados durante los ütimos pocos meses. En Canadã, el transporte colectivo ha crecido 10 por ciento en ciudades como Vancüver y Winnipeg, siguiendo el paso a las alzas de precios de la gasolina, aunque el automñvil sigue siendo la opciñn preferida para viajes en las ciudades del este del paés.

Segün la Asociaciñn de Transporte Püblico de Norteamérica, 14 millones de estadounidenses usan una u otra forma de transporte püblico todas las semanas, mientras que cerca de 17 millones de personas usan sus carros. La organizaciñn estima que el nümero de personas que utiliza el tr&#

227;nsito püblico ha crecido un 22 por ciento
—mãs rãpido que la carretera o el aviñn—desde 1995. Y una encuesta Harris reciente concluyñ que el püblico norteamericano estaréa en favor de dar a los servicios de trãnsito püblico por riel “una porciñn creciente el transporte de pasajeros”.

Mientras tanto, los canadienses han abrazado el trãnsito püblico aün con mãs entusiasmo que sus vecinos al sur. Se calcula que 12 millones de canadienses—incluyendo mãs de un quinto de los que deben viajar cotidianamente en Toronto—usan alguna forma de trãnsito püblico. El analista de transporte Paul Schimek encontrñ que el trãnsito püblico per cãpita es casi el doble en Canadã que en Estados Unidos. Asimismo, el uso de autos per cãpita en Canadã es casi un 20 por ciento menor que en EE.UU.. Schimek atribuye las diferencias a los precios tradicionalmente mãs altos de la gasolina [en Canadã] y a un desarrollo urbano mãs compacto que en EE.UU.

Los analistas también señalan como otra razñn del atraso en la adopciñn de sistemas de trãnsito püblico en los EE.UU. la tremenda influencia de los “grupos de presiñn pro-Carretera” en ese paés. Estos grupos han trabajado directamente con los legisladores en el pasado para estimular la construcciñn de caminos y el uso del automñvil privado, para lograr, en las palabras de un antiguo anuncio de la General Motors, “el sueño Americano de libertad sobre ruedas”. Pero, para volver a Connecticut, algunos planificadores han estado avanzando la idea de convertir la atollada carretera Intraestatal 95 en una ruta de dos niveles en algunos tramos para relajar la congestiñn.

CONTACTOS: Asociaciñn de Transporte Püblico de Norteamérica [American Public Transportation Association], www.apta.com; Asociaciñn de Trãnsito Urbano Canadiense [Canadian Urban Transit Association], www.cutaactu.ca.