En un reciente discurso al Congreso, el Presidente Barack Obama dijo: "Para verdaderamente transformar nuestra economía, reforzar nuestra seguridad, y salvar el planeta de los desastres de los cambios climáticos, tenemos ultimamente que hacer que la energía limpia se convierta en la energía más rentable.© P. Roth, courtesy Flickr
La frase “construyendo una economéa verde” significa cosas diferentes a diferentes personas, pero en general se refiere a estimular el desarrollo econñmico que prioriza la sostenibilidad—vale decir, trabajar con la naturaleza y no contra ella, para satisfacer las necesidades y deseos de la gente—en vez de desatender las preocupaciones ambientales en el proceso de crecer la economéa. La manera principal en que los gobiernos alrededor del mundo tratan de “verdear” sus propias economéas es mediante un aumento en la inversiñn—y, por extensiñn, la creaciñn de trabajos—en industrias en la vanguardia de formas renovables y no contaminantes de energéa, como la solar y la energéa eñlica.
El presidente Obama ha invocado repetidas veces su visiñn de una economéa verde como un instrumento para ayudar a EEUU a escapar de la recesiñn y posicionarse como una potencia econñmica en un futuro de hidrocarburos constreñidos. La Ley de Recuperaciñn y Reinversiñn Estadounidense (ARRA) de 2009, los $787,2 mil millones de estémulos que el Congreso convirtiñ en ley en 2009, estaba repleto de provisiones para aumentar la energéa renovable, la eficiencia de energéa e iniciativas de restauraciñn ambientales. Ejemplos incluyen $4,5 mil millones para convertir edificios de gobierno en edificios verdes de gran rendimiento; $8,4 mil millones para inversiones en el transporte püblico, y decenas de miles de millones de dñlares mãs para investigaciones en nuevas tecnologéas que amplifiquen los esfuerzos existentes. ARRA también reservñ $11 mil millones para la implementaciñn de una “red inteligente”, un nuevo sistema de distribuciñn de electricidad que traerã mãs fuentes de energéa limpia a la mezcla actual y promoverã eficiencia de energéa.
La inyecciñn de cantidades tan enormes de dinero en proyectos de sostenibilidad son una de las maneras por las cuales la administraciñn de Obama espera “verdear” la economéa de EEUU y sacar al mismo tiempo el paés de la recesiñn. “Para verdaderamente transformar nuestra economéa, proteger nuestra seguridad, y salvar nuestro planeta de los estragos del cambio del clima, necesitamos ültimamente hacer que la energéa limpia y renovable sea también la energéa mãs rentable,” Obama declarñ al Congreso unos pocos meses atrãs.
Por supuesto, los norteamericanos no son los ünicos dispuestos a construir una economéa verde. Durante los años ochenta y noventa, cuando el gobierno n
orteamericano estaba en gran parte desinteresado en asuntos ambientales, paéses como Dinamarca, Alemania, España y Japñn estaban ya ocupados invirtiendo en investigaciones e implementaciñn de tecnologéas de viento y solares. Y aunque estos esfuerzos por parte de tales naciones no son cosas de niños, los economistas indican que lo que mãs se necesita es las acciñn por parte de las mãs economéas de crecimiento mãs rãpido del mundo—China e India.
Un informe reciente por la firma consultora McKinsey & Company encontrñ que China—que superñ a EEUU como la generadora mãs grande del mundo de gases invernaderos hace tres años—tiene gran potencial de construir una economéa verde en las décadas venideras. Segün McKinsey, para 2030 China podréa reducir sus importaciones de petrñleo y carbñn hasta un 40 por ciento y sus emisiones de gas invernadero 50 por ciento, invirtiendo mãs de 1,5 trillones Yuan ($220 mil millones de dñlares) por año en tecnologéas verdes nuevas y existentes. China ha comenzado a tomar el camino correcto con respecto a la reducciñn de emisiones, aumentando la eficiencia de energéa y abrazando la energéa alternativa renovable, pero todavéa tiene que hacer compromisos financieros significativos, que serãn cruciales para evitar el cambio catastrñfico de clima y construir una economéa verde realmente global.
CONTACTOS: ARRA; McKinsey & Company.
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