La caza ilegal (principalmente para obtener marfil) junto con la pérdida de habitat han causado dramáticas declinaciones en las poblaciones de tanto elefantes africanos como asiáticos. En 1930, existían entre cinco y 10 millones de elefantes africanos, vagando por todo el continente en grandes grupos. Hoy día ese número es probablemente menos de 500.000. Foto: Dos paquidermos africanos cara a car en el Parque Reservación Masai Mara de Kenia.© Getty Images
Lejos de eso. El doble golpe de la caza ilegal y la pérdida de habitat ha llevado a una declinaciñn dramãtica en las poblaciones de elefantes africanos y asiãticos en las ültimas décadas. En 1930, habéa entre cinco y 10 millones de elefantes africanos salvajes, cubriendo todo el continente africano en grandes manadas. Apenas 60 años mãs tarde, cuando fueron incluidos en la lista internacional de especies créticamente en peligro, sñlo quedaban cerca de 600.000, dispersos a través de un puñado de paéses africanos. Ese nümero es hoy probablemente menos de 500.000 animales.
Aunque los elefantes asiãticos nunca fueron tan numerosos como sus contrapartes africanas, sus nümeros de poblaciñn también han caédo precipitosamente, de unos 200.000 un siglo atrãs a menos de 40.000 hoy. Los conservacionistas temen que a menos que la demanda del marfil se extinga, y la gente deje de invadir los habitats principales del elefante, el maméfero terrestre mãs grande del planeta podréa convertirse en solo una memoria meramente dentro de otros cien años.
Pero poner fin a la pérdida de habitat puede resultar poco menos que imposible mientras que la gente compita cada vez mãs por menos y menos recursos y se trasladen mãs agresivamente a las tierras vérgenes, de modo que los conservacionistas abocados a la salvaciñn del elefante han optado por concentrar su acciñn en la reducciñn o eliminaciñn de la caza ilegal. Aunque la caza de trofeo de elefantes pudo haber sido importante décadas atrãs, la mayoréa de los cazadores de elefante de hoy estãn interesados en el marfil de los colmillos, que han sido un producto en gran demanda a través de Asia por muchos años como materia prima para tallados barrocos altamente codiciados. A pesar de la inclusiñn de los elefantes en el apéndice I de la Convenciñn Sobre Comercio Internacional de Especies en Peligro (CITES) en 1990—que significa que la venta de colmillos y otros organos de elefantes constituye una violaciñn de ley internacional—la caza ilegal es un negocio mãs grande que nunca, con los precios del marfil subiendo mãs de 1600% estos ültimos años.
Algunos paéses, tales como Tanzania y Kenia, estãn trabajando esforzadamente para cumplir con su parte del acuerdo de CITES, contratando a patrullas de jñvenes—algunos de ellos mismos cazadores furtivos anteriormente—para vigilar poblacion
es locales de elefantes y hacer cumplir la legislaciñn nacional e internacional contra la matanza de éstos y otras especies en peligro. Grupos conservacionistas como la African Wildlife Foundation (AWF) [Fundaciñn Africana de la Fauna] y la Wildlife Conservation Society (WCS) [Sociedad de Conservaciñn de la Fauna] estãn trabajando estrechamente con los funcionarios locales para mejorar el habitat del elefante y para mantener a raya a los cazadores furtivos. Estas organizaciones esperan que la gente en estas regiones pueda aprender cñmo generar ingresos del turismo en vez de la caza.
Pero en otras partes los gobiernos no estãn tan cometidos a la interdicciñn del marfil, y aün menos a observar leyes impuestas por extranjeros. Los funcionarios de gobierno en Zimbabwe, Surãfrica y Botswana, por ejemplo, sostienen que el comercio en marfil se debe regular, no prohibir. Mantienen que los paéses que estãn “administrando” bien a sus elefantes deben tener la libertad de vender marfil para pagar medidas de conservaciñn.
En parte para probar tales teoréas, la primera venta legal de marfil en una década se llevñ a cabo en octubre de 2008, a pesar de muchas protestas de conservacionistas. Los compradores, sobre todo de China y Japñn, literalmente arrebataron mãs de 100 toneladas almacenadas de colmillos de elefante—sin ningün elefante muerto recientemente o ilegalmente para esta venta—con los ingresos destinados a grupos que trabajan para salvar al elefante y su habitat. Pero con la venta de marfil legal se ha visto una renovaciñn de la caza furtiva, dejando a los conservacionistas con la sensaciñn de haber dado "un paso adelante, y dos atrãs".
CONTACTOS: CITES; AWF; WCS.
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