Semana del 22/5/11

© Reway2007/Flickr

Querido DiálogoEcológico: ¿Con toda la discusión acerca de la necesidad de fuentes seguras y renovables de energía, no es lo obvio realmente que debemos utilizar mucho menos energía que lo que hacemos? ¿No ayudaría implementar más reglamentos de conservación (como no dejar prendidas las luces de edificios toda la noche)?

— Jennifer B., Nueva York, NY

En resumen, sí: Cortar nuestro consumo de energía apreciablemente, ya sea voluntariamente o a consecuencia de leyes y regulaciones, ayudaría mucho a lograr nuestras metas de reducción de contaminación y objetivos de calidad de agua y aire. Pero los norteamericanos—y en menor grado ésos en muchas otras naciones desarrolladas—nunca han sido muy buenos para utilizar menos de nada, y mucho menos la energía que hace todo nuestro mundo moderno posible. Habiendo dicho esto, la conservación jugará un papel cada vez más importante en todas nuestras vidas a medida que luchamos por reducir nuestras huellas colectivas de carbón en un mundo en rápidas vías de calentamiento.

El presidente Obama ha destacado repetidas veces la necesidad de que se hagan esfuerzos más grandes de conservación en lo que respecta a apuntalar nuestras reservas existentes y futuras de energía y reducir nuestra dependencia en fuentes extranjeras de petróleo. La Ley de Recuperación y Reinversión de 2009 fijó más de $3 mil millones de dólares para reforzar tales esfuerzos a través del país para climatizar edificios existentes con el fin de conservar energía.

Las subvenciones a vecindarios locales para tales proyectos, junto con llamamientos a reducir voluntariamente el consumo de energía, forman parte del plan. La Casa Blanca también está apostando en la tecnología mediante subvenciones para varias iniciativas diseñadas para reducir el uso de energía y hacer en general más eficiente nuestra red de electricidad. Investigaciones han mostrado que las inversiones en eficiencia de energía que promueven la conservación son más baratas y proporcionan meas beneficios a corto plazo que construir nuevas centrales eléctricas más limpias. Un estudio reciente publicado por el Lawrence Berkeley National Laboratory predice que el gasto anual en eficiencia de energía y conservación se cuadruplicará a un nivel de hasta $12 mil millones al año para 2020.

En cuanto a lo que usted puede hacer para promover la conservación, guíe por ejemplo—y usted verá sus cuentas de energía bajar, también. Apague las luces, las computadoras y la televisión cuando no sean utilizadas. Si está remodelando o construyendo una nueva casa, la instalación de sensores de ocupación que prenden y apagan las luces cuando las personas entran o dejan los cuartos son una inversión buena, así como utilizar la luz natural en maneras más agresivas para obviar la necesidad de encender luces artificiales durante el día. También, la compra de aparatos certificados como eficientes en energía bajo el programa oficial Energy Star del gobierno federal ahorrarán energía. Igualmente, manejando un híbrido o un vehículo eléctrico, o dejando de usar un coche enteramente en favor del tránsito público, usar una bicicleta o caminar, son una gran manera de conservar energía.

Una manera en que se promueve la concientización acerca de la importancia de la conservación alrededor del mundo es por la “Hora de la Tierra,” que empezó en 2007 cuando dos millones de individuos y 2.000 negocios en Sydney, Australia apagaron sus luces por una hora para recalcar la necesidad de luchar contra el cambio del clima. Dentro de un año, el concepto se había esparcido a más de 50 millones de participantes en 35 países. En 2011 la Hora de la Tierra atrajo participantes en 135 países; los organizadores esperan que el acontecimiento de 2012 (el 31 de marzo a las 8:30 pm, dondequiera se viva) será aún más grande. Movimientos semejantes pero únicos de “Luces Apagadas’ en San Francisco y otras ciudades norteamericanas se alinearán también con la Hora de la Tierra.

CONTACTOS: Energy Star; Earth Hour; Lawrence Berkeley National Laboratory; Lights Out San Francisco.


Querido DiálogoEcológico: Oí a alguien decir que legalizar la marihuana—como los californianos consideraron hacerlo el año pasado—beneficiaría el ambiente. ¿Cómo sería eso?

— William T., Portland, OR

Es bien sabido que legalizar la marihuana podría acarrear grandes beneficios económicos en California y otras partes permitiendo al gobierno aplicar impuestos (como lo hace ahora con el licor y cigarrillos), terminando operaciones caras para erradicarla, y manteniendo millones de “delincuentes’ de la marihuana que de otro modo serían inocentes y pacíficos fuera de las ya sobrecargadas prisiones federales y estatales. Pero lo que usted quizás no sepa es que legalizando la marihuana también podría rendir dividendos ambientales también.

© Wikipedia
Nikki Gloudeman, una editora importante con la revista Mother Jones, reporta en el sitio web change.org que el sistema actual de cultivo de marihuana—mediante cultivadores subrepticios que colonizan ilegalmente tierras remotas de bosque, importan pesticidas, y plantan tubos de desecho e irrigación en ecosistemas que de otro modo serían prístinos—no son nada menos que un azote tóxico. Legalizar la marihuana, dice ella, limpiaría las cosas substancialmente, ya que el cultivo legal eliminaría la presión sobre las tierras públicas y cumpliría con estándares más altos para el uso y disposición de sustancias tóxicas.

La legalización también reduciría los impactos ambientales del contrabando a través de la frontera de EEUU y México, dice Gloudeman: “Los carteles utilizan rutinariamente generadores, tanques de almacenaje diesel y venenos animales para preservar sus reservas, cuando el área fronteriza contigua está rodeada por más de 4 millones de acres de tierras vírgenes federales altamente sensibles”.

También, legalizar la marihuana movería su producción al descubierto, literalmente, significando que los cultivadores no tendrían ya la necesidad de acumular costos inmensos de energía al mantener sus operaciones de cultivo escondidas e ilegales y alimentadas por luz artificial. Esto significa que el consumo de energía y la huella de carbón de los cultivadores de marihuanacaería en forma dramática, ya que la luz que las plantas necesitan para la fotosíntesis podría ahora ser proporcionado más naturalmente por el sol.

Aun otro beneficio ambiental de la legalización de la marihuana sería poner fin a los esfuerzos destructivos de erradicación empleados por la ley en sitios de cultivo ilegal, donde tanto la cosecha como la tierra en que están arraigados son a veces sometidos a duros herbicidas químicos para expeditar la eliminación.

La legalización de la marihuana en EEUU hace también posible la producción legal del cáñamo, una variedad de la misma planta Cannabis que contiene cantidades mucho más bajas de la droga psicoactiva, THC. Los proponentes dicen que el cáñamo podría satisfacer un porcentaje cada vez mayor de nuestras necesidades domésticas de fibra y combustible. El cannabis, la planta de la cual se derivan la marihuana y el cáñamo, crece rápidamente sin necesidad de cantidades excesivas de abono o pesticida (es una “hierba” después de todo) y absorbe bióxido de carbono como cualquier planta ocupada en fotosíntesis. La fibra y el combustible derivados del cáñamo sería carbón neutrales y como tal no contribuirían al calentamiento climático—y de hecho podrían ayudar a mitigar las temperaturas crecientes al reemplazar cosechas que dependen de uso intensivo de sustancias químicas como algodón e hidrocarburos importados como el petróleo y el gas.

Por supuesto, uno podría argumentar que lo mejor para el ambiente sería dejar de cultivar cannabis enteramente. “Pero pongámonos serios: Eso nunca sucederá,” dice Gloudeman. “En vista de eso, la mejor opción alternativa es sencillamente legalizarlo”.

CONTACTOS: Change.org; Drug Policy Alliance.