Semana del 20/11/11

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Querido DiálogoEcológico: ¿Cuán claros (o no) son los lazos entre los incidentes crecientes de cánceres alrededor del mundo y la frecuencia de sustancias químicas sintéticas en la sociedad moderna?

— Alberto Buono, Lee, MA

Con la Organización Mundial de la Salud insinuando que el cáncer podría destronar a las enfermedades cardíacas como causa principal de mortalidad alrededor del mundo, no es sorpresa que la incidencia per cápita del cáncer esté en ascenso globalmente. De hecho, el cáncer es la única causa de mortalidad mayor que ha continuado creciendo desde 1900. Aunque quizás dependa a quien le pregunte, la mayoría de los investigadores ahora concuerdan que los factores ambientales—inclusive exposición a sustancias químicas y contaminación—juegan un papel significativo hoy en determinar quien contrae cáncer y quien no lo hace.

Un panel distinguido de expertos en cáncer inicialmente convocado por el Presidente George W. Bush investigó cientos de estudios y concluyó en 2010 (en su informe de 240 páginas, “Reduciendo Riesgo de Cáncer Ambiental: Lo que Podemos Hacer Ahora”) que nuestra exposición a sustancias químicas, la contaminación y la radiación son culpables por la expansión en muertes de cáncer. “Los estadounidenses—aún antes que nazcan—son bombardeados continuamente con combinaciones innumerables de estas exposiciones peligrosas,” informó el panel. “Con un cuerpo creciente de evidencia ligando la exposición ambiental al cáncer, el público está cada vez más enterado de la carga inaceptable del cáncer que resulta de exposiciones ambientales y ocupacionales que pudiera haber sido prevenida mediante políticas nacionales apropiadas”.

El panel citó estadísticas deprimentes acerca del avance del cáncer, notando que 41 por ciento de los norteamericanos serán diagnosticados con cáncer en algún punto de sus vidas, con un 21 por ciento probablemente muriendo de ello. Los investigadores del cáncer temen que nuestra dependencia en sustancias químicas sea el principal culpable, como lo indican cientos de estudios.

A saber, un estudio de 2000 que involucró el examen de dossiers de salud de más de 44.000 pares de gemelos a través de Escandinavia encontró que “los factores genéticos heredados representan una contribución insignificante” en la causalidad de la mayoría de los cánceres pero “el ambiente juega un papel central en la causa del cáncer esporádico”. Un estudio de 2010 del Reino Unido, en el cual los investigadores examinaron el nivel de exposición química de más de 1.100 mujeres durante su historia de empleo, encontró que los sujetos del estudio que habían sido expuestos a varias sustancias químicas industriales e hidrocarburos en el aire tenían una probabilidad por lo menos tres veces más grande de contraer cáncer de mama más tarde que mujeres con poca o ninguna exposición en su pasado biográfico.

No todos concuerdan. Escribriendo en la revista Forbes, Henry I. Miller y Elizabeth Whelan del Consejo Norteamericano Sobre Ciencia y Salud, muy amigo de la industria, afirma que las conclusiones del panel presidencial son basadas en política y no ciencia: “Si los autores sólo se hubieran molestado en consultar un libro de texto estándar sobre la epidemiología del cáncer, ellos habrían aprendido que los factores de estilo de vida como el fumar, la obesidad, consumo excesivo de alcohol y exposición excesiva a la luz del sol—no sustancias químicas en el aire, el agua y alimentos—son las causas fundamentales de los cánceres humanos más evitables”.

Aunque pocos dudarían hoy los peligros para la salud de tales factores personales de estilo de vida, el panel del cáncer creado por el Presidente concluyó no obstante que “el número y la complejidad crecientes de cancerígenos conocidos o sospechosos ambientales nos obligan a actuar para proteger la salud pública,” y urgió al Presidente Obama a que utilizase el poder de su cargo para “quitar los cancerígenos y otras toxinas de nuestro alimento, agua y aire que aumentan innecesariamente los costos de asistencia médica, paralizan la productividad de nuestra nación, y asolan las vidas del pueblo norteamericano”.

CONTACTOS: President’s Cancer Panel; American Council on Science and Health.


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Querido DiálogoEcológico: He oído que muchas especies de flora y fauna están muriendo a ritmo creciente globalmente. ¿Cómo se calcula esto y qué tipos de especies están desapareciendo más rápidamente?

— Colin Gooder, Franklin, NC

Los investigadores creen que la tasa de pérdida de especies en la actualidad es de 100 a 1000 más rápida que lo que era normalmente (la llamada “tasa de extinción de fondo” ) antes de que llegara la sobrepoblación humana y sus efectos ambientales negativos. Pero gracias a la caza excesiva, la deforestación, la contaminación, la extensión de especies no-nativas y ahora el cambio de clima, es probable que nosotros estemos en el medio de la sexta extinción masiva de la historia geológica del mundo. La extinción masiva anterior, hace 65 millones de años, aniquiló los dinosaurios y otras especies; la anterior, 250 millones de años atrás, exterminó el 90 por ciento de todas las especie del planeta.

Aunque la extinción masiva actual puede que en realidad no resulte tan desastrosa—sólo el tiempo lo podrá decir—el eminente biólogo de Harvard E.O. Wilson predice que la tasa de pérdida de especies podría sobrepasar 10.000 veces la tasa de fondo para el año 2030, y que la mitad de las formas superiores de vida del planeta podrían estar extintas dentro de 100 años. Esto concuerda con las estadísticas del grupo no comercial Union for the Conservation of Nature (IUCN) [Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza]—encargado de la “Lista Roja” global de especies en peligro de extinción—que considera actualmente 37,8 por ciento de las especies ya clasificadas del mundo como amenazadas. Por supuesto, esto está muy lejos de reflejar la historia completa, ya que los biólogos creen que sólo hemos clasificado un 10 por ciento o menos del número total de especies de planta y animales del mundo.

¿Qué tipos de especies están siendo afectados más gravemente? Un análisis de estadísticas de IUCN de 2008 encontró que de la fauna del mundo (animales), los invertebrados (animales sin columna vertebral, como gusanos, mariscos e insectos) sufrían más, con 40,5 por ciento de ellos clasificados como amenazados. A continuación, en segundo lugar de peligro, se encontraron las especies de peces, con 36,6 por ciento amenazados, seguido por reptiles con 30,5 por ciento y anfibios en el 30,4 por ciento. Mientras tanto, el 20,8 por ciento de las especies mamíferas fueron clasificadas como amenazadas, así como el 12,2 por ciento de los pájaros.

Más horrible aun fue la estadística que un 70,1 por ciento de las especie de plantas está en peligro. Sin embargo, un estudio más reciente (2010) encontró que sólo 22 por ciento de las plantas clasificadas del mundo estaban realmente enfrentando la extinción. Este hallazgo ha llevado a los analistas a cuestionar también las proyecciones de los conservacionistas con respecto a pérdidas de especies animales.

En lugar de alguna manera directa de medir la tasa de pérdidas de especies, los conservacionistas han sencillamente invertido la así llamada “relación de especie-área,” por la cual los científicos cuentan el número de especies en un área dada y enseguida calculan cuán rápidamente aparecen más o evolucionan a medida que aumenta el hábitat (o disminuye en el caso de invertir el concepto). Pero últimamente este método de rastrear y predecir la pérdida de especies ha sido criticado por engendrar cálculos exagerados. “Las sobrestimaciones pueden ser muy substanciales,” afirma el biólogo evolutivo Stephen Hubbell de UCLA , “…but nosotros no estamos diciendo que la [extinción] no existe”.

No importa cuántas especies estén muriendo, es claro que estamos en el medio de otra extinción masiva, y si creemos el 70 por ciento de los biólogos, a diferencia de extinciones anteriores, la humanidad es en este caso la causa más probable. Los conservacionistas siguen siendo optimistas que podremos comandar los recursos para cambiar la dirección del proceso—y lo necesitaremos si el planeta seguirá siendo habitable para nuestra especie, dada nuestra propias dependencia en la biodiversidad del mundo.

CONTACTOS: E.O. Wilson Biodiversity Foundation; IUCN; .